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A 141 años del adiós a Alberdi, padre de la Constitución

El 19 de junio se conmemora un nuevo aniversario de la muerte de Juan Bautista Alberdi, uno de los intelectuales más influyentes del siglo XIX argentino. Sus ideas moldearon el país moderno.

A 141 años de su muerte, Juan Bautista Alberdi sigue vigente como una figura clave en la construcción del Estado argentino moderno. Político, jurista, economista y diplomático, su legado intelectual perdura en el texto constitucional de 1853 y en los debates que aún atraviesan la vida pública del país. Falleció en Neuilly-sur-Seine, Francia, el 19 de junio de 1884. Fue enterrado lejos de su tierra natal, San Miguel de Tucumán, pero su obra marcó a generaciones.

Alberdi fue el autor de Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852), un libro escrito en el exilio chileno, inmediatamente después de la caída de Juan Manuel de Rosas. En él propuso un modelo republicano, representativo y federal que sirvió de guía para los convencionales constituyentes. “Su influencia en el diseño institucional fue tan profunda que su voz puede sentirse en cada artículo clave de la Constitución”, sostiene Natalio R. Botana en El orden conservador.

Como parte de la Generación del 37 —junto a Echeverría, Gutiérrez y Sarmiento—, Alberdi promovió ideas de corte liberal, en una época donde el autoritarismo rosista sofocaba la libertad de prensa y pensamiento. Su oposición al régimen lo llevó al exilio, desde donde siguió escribiendo y defendiendo una visión de país abierto al mundo.

En su Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, defendió el libre comercio y el estímulo a la inmigración europea, convicción sintetizada en su lema “gobernar es poblar”. Para el historiador Jorge M. Mayer, autor de Alberdi y su tiempo, “el tucumano entendió como pocos que la modernización económica era inseparable de un orden político estable y de la llegada de nuevas poblaciones al país”.

No fue un pensador sin contradicciones:

Se distanció de Mitre y Sarmiento por oponerse a la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. “La paz era, para Alberdi, una condición ética y racional para la vida entre naciones”, señala la historiadora Alejandra Salinas en su artículo La guerra y la paz en Alberdi, publicado en Anuario de Historia del Pensamiento Latinoamericano.

Su labor diplomática también fue decisiva. Como representante de la Confederación Argentina en Europa, logró que las potencias no reconocieran al Estado de Buenos Aires como nación independiente, fortaleciendo la legitimidad federal. Roberto Estévez, en Ethos y Polis, destaca: “Alberdi no fue sólo un pensador teórico: supo intervenir en los hechos con una estrategia de Estado”.

Murió sin haber podido regresar a la Argentina. Recién en 1889 sus restos fueron trasladados al país, y luego, en 1991, finalmente depositados en el atrio de la Casa de Gobierno de Tucumán.

En una época de tensiones institucionales y disputas ideológicas, revisitar a Alberdi es también preguntarse qué tipo de país queremos construir. ¿Qué lugar ocupan hoy sus ideas sobre la ley, la inmigración, el federalismo y la paz? Más de un siglo después, las respuestas siguen abiertas.

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