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Aranceles de Trump. ¿Qué significa para Argentina?

Con la fecha límite del 9 de julio, Estados Unidos reinstaura su ofensiva tarifaria con tasas que pueden alcanzar el 70%. Mientras Argentina logró exenciones para gran parte de sus exportaciones, el acero y el aluminio enfrentan un panorama complicado, generando incertidumbre económica.

La administración de Donald Trump vuelve a encender las alarmas comerciales con la inminente reanudación de sus aranceles globales, marcando el 9 de julio como una fecha clave. Este “Día D” tarifario busca presionar a los socios comerciales, quienes se enfrentan a un abanico de tasas que oscilan entre el 10% y el 70% si no llegan a acuerdos previos con Washington. La incertidumbre generada ya se siente en los mercados mundiales, con una caída del dólar global y temores sobre una escalada de la guerra comercial que podría redefinir las relaciones económicas internacionales.

En este escenario de tensión, Argentina ha estado en intensas negociaciones diplomáticas para proteger sus exportaciones. Se ha logrado un avance significativo, con entre el 70% y 80% de los productos argentinos eximidos de tarifas adicionales, e incluso una lista de 100 productos beneficiados con tasa cero frente al arancel general del 10%. Sin embargo, la excepción la constituyen los metales: el acero sigue gravado con un 50% (un aumento considerable desde el 25% inicial), lo que representa un golpe directo para la industria siderometalúrgica local y pone en jaque su competitividad en el mercado estadounidense.

Más allá de los casos particulares, la estrategia arancelaria de Trump no solo altera el panorama geopolítico global, sino que promete repercusiones económicas a gran escala. Expertos de J.P. Morgan advierten que la carga de estos aranceles podría recaer en los propios empleadores estadounidenses, con un costo estimado de 82.300 millones de dólares que se traduciría en aumentos de precios al consumidor y disrupciones en las cadenas de suministro. La volatilidad en los mercados emergentes, como se vio en abril con caídas bursátiles en Argentina, es otra consecuencia directa de esta política, que augura presiones inflacionarias a nivel global y un clima de incertidumbre que perdurará mientras continúe esta ofensiva comercial.

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