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China redirige sus exportaciones. Impacta en la economía de América Latina y Europa

La avalancha de productos chinos desatada por los aranceles de EE.UU. ya impacta en países como Brasil, Indonesia y Alemania.

El modelo de exportación chino vuelve a generar una transformación global. Mientras los aranceles impulsados por el expresidente estadounidense Donald Trump cierran las puertas del principal mercado del mundo, las fábricas chinas están inundando con productos a países del Sudeste Asiático, Europa y América Latina. Esto reconfigura el comercio mundial y pone en tensión las industrias locales.

En lo que va del año, el superávit comercial de China con el resto del mundo alcanzó los 500.000 millones de dólares, un salto de más del 40 % respecto al mismo período del año anterior. Las exportaciones de vehículos eléctricos, por ejemplo, crecieron un 64,6 % en 2025, mientras que la producción de estos autos aumentó un 45 %. Todo esto ocurre en medio de una fuerte desaceleración del consumo interno chino.

Ante la crisis del sector inmobiliario, el gobierno chino volcó su apoyo financiero al sector manufacturero, aumentando la capacidad de producción más allá de la demanda local. Esta estrategia de impulso a las exportaciones ya afecta a múltiples economías: en Indonesia cerraron fábricas textiles dejando 250.000 personas sin empleo, y en Brasil el sector automotor exige medidas antidumping por la avalancha de autos chinos.

Además, en Alemania las importaciones de productos chinos subieron un 20 % interanual. Las industrias locales temen una pérdida de competitividad frente a los precios bajos chinos, que combinan producción a gran escala con subsidios estatales.

La estrategia china no se limita a manufacturas baratas. Desde 2015 impulsa el plan «Hecho en China 2025», con foco en bienes de alto valor, como autos eléctricos y productos tecnológicos. Así, Pekín logra competir en dos frentes: productos avanzados y bienes económicos.

Los países que reciben esta avalancha enfrentan una disyuntiva compleja, que es permitir la entrada de productos chinos y asumir las consecuencias en empleo e industria nacional, o aplicar medidas proteccionistas que podrían enfriar sus relaciones con China.

En un escenario de cadenas de suministro fragmentadas por tensiones geopolíticas, muchos gobiernos deberán elegir con quién alinearse comercialmente. Mientras tanto, la nueva ola exportadora de China ya está generando efectos concretos en las economías del mundo.

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