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Coopetidores: el nuevo ADN del emprendedor argentino

Competir y cooperar al mismo tiempo ya no es una contradicción, sino una estrategia de supervivencia.

En una economía donde la incertidumbre es la única constante, los emprendedores argentinos están aprendiendo que la mejor manera de competir es cooperar. Así nace el concepto de los coopetidores: empresas o proyectos que, lejos de verse como enemigos, deciden unir fuerzas en ciertos aspectos del negocio para sobrevivir y crecer.

El término —una fusión entre cooperación y competencia— describe una tendencia que está transformando silenciosamente la forma de hacer negocios en América Latina. En un contexto de inflación alta, crédito escaso y consumo impredecible, compartir recursos, conocimientos o canales de venta dejó de ser una opción romántica: es una necesidad estratégica.

1. Del rival al aliado: el cambio cultural

Durante décadas, la cultura empresarial argentina estuvo marcada por la lógica de la competencia pura. Cada emprendedor defendía su territorio, sus proveedores y sus clientes. Pero en la última década, especialmente tras la pandemia, esa mentalidad comenzó a ceder paso a una visión más pragmática: cooperar para sostenerse.

“Hoy no podés hacer todo solo. Si tu proveedor quiebra o tu socio se va del país, necesitás una red que te sostenga”, explica Florencia Prieto, especialista en gestión emprendedora. “Por eso muchos negocios que antes se veían como competencia directa ahora comparten espacios, campañas o incluso personal.”

El cambio no es solo económico, sino generacional. Los jóvenes emprendedores —más acostumbrados al trabajo en red y la economía digital— entienden que el crecimiento colectivo puede ser más rentable que la rivalidad aislada.


2. Estrategias de coopetencia: cómo se colabora sin dejar de competir

La coopetencia no significa perder identidad ni fusionarse con el competidor. Significa identificar los puntos donde conviene unir esfuerzos y los ámbitos donde cada uno mantiene su propuesta única.

Algunas de las estrategias más comunes entre emprendedores argentinos son:

  • Compras compartidas de insumos para reducir costos.
  • Espacios colaborativos (food halls, ferias o tiendas colectivas) donde varias marcas comparten alquiler y logística.
  • Campañas conjuntas de comunicación en redes o medios locales.
  • Desarrollo conjunto de productos o servicios que luego cada empresa comercializa bajo su marca.

Un ejemplo claro es el de los productores regionales del norte argentino que, bajo un mismo sello de calidad, logran acceder a mercados internacionales sin perder su identidad local.


3. Casos locales: del coworking al “co-branding”

En Buenos Aires, varias agencias de comunicación que antes competían por los mismos clientes ahora presentan propuestas conjuntas: una se encarga de la estrategia, otra de la producción audiovisual, y otra de la gestión digital. De esa forma, comparten honorarios, riesgos y visibilidad.

En Misiones, el caso del Mercado de Emprendedores de Eldorado refleja la lógica de la coopetencia a escala regional: pequeños productores comparten un mismo espacio físico, pero cada uno conserva su marca. El resultado es un circuito comercial más fuerte, con identidad local y costos sostenibles.

Incluso en sectores tecnológicos, la tendencia se replica: cooperativas de programadores o diseñadores que unen talento independiente bajo un paraguas común para competir con empresas más grandes.


4. Los beneficios de una mirada colectiva

La principal ventaja de este enfoque es la reducción de vulnerabilidad. Al compartir infraestructura, conocimiento o clientes, los emprendedores se vuelven más resistentes a las crisis. Además, la coopetencia genera innovación: el intercambio entre proyectos diversos enriquece las ideas y acelera los procesos.

“Cuando dejás de mirar al otro como una amenaza, podés aprender de su modelo, compartir herramientas y hasta crear algo nuevo juntos”, resume el economista Martín Rearte. “Esa es la verdadera madurez emprendedora.”


5. Obstáculos: confianza y límites claros

La coopetencia también enfrenta desafíos. El mayor es la desconfianza. En entornos donde la informalidad es alta, compartir información sensible puede generar temores. Por eso, los expertos recomiendan establecer acuerdos claros —aunque sean simples— y definir límites desde el principio.

La transparencia, la comunicación abierta y los objetivos comunes son las bases de cualquier alianza exitosa. Sin confianza, la coopetencia se convierte rápidamente en conflicto.


6. Un modelo adaptado a la realidad argentina

La fragilidad económica del país obliga a repensar la noción de competencia. En lugar de luchar por un mercado pequeño, los emprendedores descubren que pueden hacerlo crecer juntos.

La lógica es simple: si más marcas locales sobreviven, más consumidores confían en el ecosistema, y más oportunidades aparecen para todos. En ese sentido, la coopetencia es una respuesta orgánica a la inestabilidad crónica.


Conclusión: una nueva forma de hacer empresa

El emprendedor argentino del 2025 ya no se define por su capacidad de resistir solo, sino por su habilidad para tejer redes de cooperación inteligente.
Ser “coopetidor” implica competir con ética, compartir con estrategia y construir comunidad en lugar de rivalidad.

En un país donde las crisis se repiten, la cooperación dejó de ser idealismo: se convirtió en una herramienta de supervivencia colectiva. Y tal vez, en la clave del futuro del emprendedurismo argentino.

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