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De las aulas a la cocina terapéutica: Inés Mondo y el salto consciente al emprendimiento con «Vegetariana-mente»

Durante 25 años, Inés Mondo dedicó su vida a la docencia. Fue una maestra apasionada, convencida de que enseñar era su forma de transformar el mundo. Pero la vida la llevó a un nuevo espacio de aprendizaje: la cocina terapéutica, donde descubrió una misión aún más profunda —la de sanar a través de los alimentos.

Su emprendimiento, dedicado a la alimentación saludable y funcional, nació de una necesidad íntima. El diagnóstico de celiaquía de su nieto fue el punto de inflexión. A partir de allí, la cocina familiar se transformó en un laboratorio de búsqueda, errores y descubrimientos. “Tiré mucho material incomible al principio —recuerda—, las harinas sin gluten se comportan de una forma completamente diferente al trigo. Fue un proceso de ensayo y error, de paciencia y de amor.”

Una propuesta dual: apta para celíacos y diabéticos

A medida que fue perfeccionando sus recetas, Inés notó que muchas personas llegaban a ella con problemas digestivos, metabólicos o intolerancias. Así nació una línea única en la región: todos sus productos son aptos para celíacos y también para diabéticos.

“Esto cambia todo —explica—, porque no se trata solo de lo que comemos, sino de la capacidad de nuestro cuerpo de asimilarlo y transformarlo en bienestar.”

En su cocina, nada es casual. Cada panificado, cada vianda, cada receta tiene tres condiciones innegociables: debe ser nutritiva, sanadora y deliciosa. Sus clientes son, en su mayoría, personas con poco tiempo o que no disfrutan de cocinar, pero que buscan reconectar con su salud desde lo cotidiano.

El miedo y el gran salto

Durante años, Inés combinó su trabajo docente con la producción artesanal de alimentos saludables y la organización de talleres. Pero llegó el momento del salto: dejar la seguridad del sueldo y apostar al propósito.

“Tuve muchas noches oscuras del alma —admite—. El miedo aparece para protegernos, para mantenernos en lo conocido. Pero hay que agradecerle y seguir adelante. Cuando uno está enfocado en servir, los caminos se abren.”

Hoy vive de su emprendimiento y lo siente como una misión. “Mi trabajo no es solo cocinar. Es acompañar procesos de sanación, ayudar a que las personas entiendan que la alimentación es una forma de amarse.”

Capacitar, multiplicar y confiar

Aunque su proyecto aún es pequeño, Inés siente que está listo para crecer. Lo gestiona casi sola, con la ayuda de un colaborador en los repartos. Sin embargo, confía en que si la demanda aumenta, “también aparecerá lo necesario: las personas, los recursos, los espacios.”

Su mayor desafío está en la comunicación. “El manejo de redes es mi punto débil —dice entre risas—. Estoy aprendiendo cómo llegar a quienes realmente necesitan esto.”

Donde más disfruta, sin embargo, es en los talleres. Para ella, enseñar sobre alimentación consciente es su manera de multiplicar conocimiento y expandir conciencia: “Cada persona que aprende puede transmitirlo a su familia. Así se transforma la salud de una comunidad entera.”


Aprender, servir y sanar

Desde su experiencia, Inés resume su filosofía emprendedora con claridad:

“Capacitarse es clave. Hoy no hay excusas: se puede aprender sin pagar. Si querés vivir de lo que hacés, ofrecé algo que valga, algo que eleve. No te detengas: cada obstáculo te entrena para servir mejor.”

El recorrido de Inés Mondo es el retrato de una transformación consciente: de educar mentes a nutrir cuerpos, del aula al horno, del miedo al propósito. En su cocina, cada pan es una lección de resiliencia, y cada plato, una oportunidad de sanar.


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