InternacionalSociedad

Descartan una conocida hipótesis sobre evolución humana

Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Brown (Estados Unidos) desacredita la antigua hipótesis que ligaba la aridez africana con el surgimiento del género Homo. Como dato llamativo, la investigación utilizó ceras de hojas fósiles para reconstruir la historia de las lluvias hace más de 2 millones de años.

Un equipo de científicos de la Universidad de Brown publicó un estudio que pone en duda una de las teorías más influyentes sobre el origen del ser humano: la idea de que la progresiva desertificación del norte de África impulsó la evolución de nuestros ancestros. La investigación, publicada en la revista Science Advances el 20 de junio de 2025, reconstruye los patrones de precipitación de la región durante un período crítico para la evolución humana —entre 3.5 y 2.5 millones de años atrás— y concluye que el clima se mantuvo sorprendentemente estable en ese lapso.

Esta conclusión contrasta con la llamada “hipótesis de la aridificación”, que propone que la expansión de las sabanas y la reducción de bosques tropicales habrían generado presiones selectivas claves para la aparición del género Homo, como la bipedestación o el uso de herramientas. Sin embargo, al analizar las ceras de hojas fosilizadas —una fuente directa y precisa de datos sobre la cantidad de lluvias pasadas—, los investigadores no hallaron evidencia de un cambio climático significativo que acompañara ese proceso evolutivo.

En palabras de Jessica Tierney, coautora del trabajo, la investigación sugiere que “las condiciones climáticas en el norte de África fueron relativamente estables durante la transición del Plioceno al Pleistoceno”, periodo en el cual los registros fósiles muestran la diversificación de los homínidos y la emergencia temprana de especies como Homo habilis. Según el equipo de Brown, esto implica que otros factores no climáticos —como la competencia entre especies, los cambios tecnológicos o la dinámica social— habrían jugado un rol más determinante en la evolución humana.

El estudio se suma a una serie de investigaciones recientes que revisan críticamente los vínculos entre cambio climático y evolución homínida. En 2024, un equipo internacional encabezado por Ramírez-Pedraza documentó, en Marruecos, la presencia de hábitats variados —sabana, humedales y bosques— hace 2.4 millones de años, lo que respalda la hipótesis del “mosaico ecológico” en lugar de una transición lineal hacia la aridez. Por su parte, modelos climáticos globales como los propuestos en Nature (2022) muestran que los humanos se adaptaron con éxito a gradientes ecológicos diversos, en lugar de responder únicamente a presiones áridas o secas.

Aunque los resultados del estudio no descartan por completo el papel del clima en la evolución humana, sí obligan a revisar enfoques reduccionistas. “No se puede sostener más la idea de que la desertificación por sí sola fue el motor evolutivo principal”, resume Tierney en declaraciones reproducidas por ScienceDaily.

Este hallazgo no solo refina el conocimiento sobre los orígenes de nuestra especie, sino que plantea un desafío metodológico: comprender la evolución humana como un fenómeno multifactorial, donde el entorno natural es apenas una de las múltiples variables en juego.

Al cerrar este capítulo sobre el pasado remoto, se abre uno nuevo en la historia de la ciencia: pensar la evolución no como una respuesta mecánica a un clima cambiante, sino como un entramado complejo de adaptaciones, oportunidades y contextos. ¿Hasta qué punto el clima define al ser humano? Quizás la pregunta correcta sea otra: ¿qué hace al ser humano tan adaptable, incluso frente a climas que no cambian?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *