Emprender con propósito: la tendencia de los negocios con impacto social y ambiental
Nuevos modelos que combinan rentabilidad con conciencia y construyen futuro en comunidad
En un mundo cada vez más preocupado por la desigualdad, el cambio climático y la pérdida de sentido del trabajo, una nueva generación de emprendedores está cambiando las reglas del juego. Ya no se trata solo de ganar dinero: se trata de hacerlo bien, generando impacto positivo en la sociedad y el ambiente.
Estos proyectos —que en Argentina y América Latina crecen año tras año— combinan innovación, sostenibilidad y compromiso humano. Son negocios que buscan rentabilidad sin renunciar a valores, que crean empleo, cuidan recursos y promueven inclusión.
Y lo más interesante: son rentables, pero su éxito no se mide solo en pesos o dólares, sino en transformación social.

1. De la ganancia al propósito: un cambio de paradigma
Durante décadas, la rentabilidad fue el único termómetro del éxito empresarial. Pero los consumidores —y los emprendedores— están cambiando esa lógica.
Hoy, las nuevas generaciones eligen marcas con propósito, empresas que demuestran coherencia entre lo que venden y lo que defienden.
Según el Barómetro Global de Emprendimiento Social 2025, el 72% de los jóvenes latinoamericanos prefiere comprar a empresas con compromiso ambiental o social. Y más del 60% de los nuevos emprendimientos en Argentina declaran tener un propósito más allá del lucro.
Como explica la especialista en negocios sostenibles Gabriela Arancibia, “ya no alcanza con ser rentable: hay que ser relevante. Los consumidores quieren saber si tu marca mejora la vida de alguien o el entorno donde opera.”
2. Casos que inspiran desde el interior del país
La ola del emprendimiento con propósito no se limita a las grandes ciudades. En pueblos, cooperativas rurales y comunidades del interior argentino, surgen proyectos que combinan innovación, conciencia y arraigo local.
En la zona yerbatera del norte, una familia transformó su producción tradicional en un modelo agroecológico y sustentable, eliminando los químicos y promoviendo el empleo femenino rural. Lo que comenzó como una decisión ética terminó convirtiéndose en una ventaja competitiva: los consumidores valoran la trazabilidad y la calidad natural del producto.
En el centro del país, un grupo de jóvenes diseñadores decidió crear accesorios y mochilas a partir de materiales reciclados, dando una segunda vida a descartes industriales. Su taller también funciona como espacio de formación para jóvenes en situación de vulnerabilidad, combinando trabajo digno con educación.
Más al sur, una startup dedicada a la agricultura urbana instala huertas en terrazas y patios de empresas, escuelas y edificios, promoviendo la alimentación saludable y el vínculo con la naturaleza en entornos urbanos.
Estos ejemplos demuestran que el propósito puede florecer incluso lejos de los grandes centros urbanos, y que los pequeños emprendimientos pueden ser grandes motores de transformación cuando el beneficio económico va de la mano del impacto social y ambiental.
3. Rentabilidad con impacto: una ecuación posible
Uno de los grandes mitos es que los negocios con propósito “no son rentables”. Sin embargo, los datos muestran lo contrario.
Las empresas con enfoque sostenible suelen tener mayor lealtad de clientes, menor rotación de personal y acceso a fondos específicos de impacto social.
Además, los bancos y organismos internacionales —como BID Lab o Ashoka— ofrecen líneas de financiamiento especiales para emprendimientos que midan su impacto ambiental o social.
“Cuando tu modelo de negocio mejora la vida de otros, abrís puertas que el mercado tradicional no tiene: colaboraciones, financiamiento y confianza social”, sostiene Hernán Loza, consultor en sostenibilidad y triple impacto.
4. El triple impacto: la fórmula del futuro
El concepto clave detrás de estos emprendimientos es el triple impacto:
- Económico (debe ser rentable y sostenible).
- Social (debe mejorar la vida de las personas).
- Ambiental (debe cuidar los recursos naturales).
Este enfoque obliga a repensar decisiones diarias: desde cómo se eligen proveedores hasta cómo se gestiona la energía o los residuos.
En Argentina, la Ley BIC (Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo) permite registrar legalmente empresas con propósito, reforzando este nuevo paradigma.
5. El consumidor consciente: el nuevo aliado del emprendedor
El auge del consumo responsable también impulsa este movimiento.
Las personas ya no compran solo productos, compran historias, valores y coherencia. Quieren saber de dónde viene lo que consumen, quién lo hizo y bajo qué condiciones.
Por eso, los emprendedores con propósito no solo venden: comunican su causa.
Publican sus procesos, muestran sus talleres, cuentan a quiénes ayudan. Esa transparencia genera confianza y diferenciación.
6. Desafíos: cómo sostener la ética en la práctica
Emprender con propósito no es un camino fácil.
Exige coherencia, paciencia y compromiso.
La rentabilidad puede tardar más en llegar, y la tentación de crecer rápido a costa del propósito siempre está presente.
El desafío está en mantener el equilibrio: ganar dinero sin perder el sentido.
Como dice la fundadora de Yerba Viva: “Cuando tenés claro por qué hacés lo que hacés, la ganancia llega, pero ya no es lo más importante.”
Conclusión: los negocios del futuro serán con propósito o no serán
El emprendedor del siglo XXI no se conforma con sobrevivir: quiere dejar huella.
En un contexto donde el planeta y las comunidades exigen nuevas respuestas, emprender con propósito no es una moda, sino una evolución necesaria.
Los proyectos que combinen visión económica, sensibilidad social y responsabilidad ambiental no solo serán los más admirados, sino también los más sostenibles en el tiempo.
Y quizás, en esa mezcla de pasión, conciencia y rentabilidad, esté la mejor definición de éxito para el nuevo emprendedor argentino.
