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Encuesta: Un país partido por una sentencia, lo que revela el juicio a Cristina Fernández

La condena judicial a Cristina Fernández de Kirchner no solo marca un hito en la historia judicial argentina, sino que ha abierto una grieta aún más profunda en la conciencia ciudadana.

Según una encuesta nacional realizada por Zuban Córdoba entre el 11 y 12 de junio, la reacción de la sociedad no es homogénea: revela un país que ya no discute solo sobre hechos, sino sobre interpretaciones, lealtades e identidades.

«El 52% de los argentinos considera que Cristina Fernández fue víctima de una persecución judicial», señala el estudio. Frente a ello, un 45% cree que fue juzgada con imparcialidad. No se trata de un empate técnico, sino de dos relatos de país que coexisten sin encontrarse. En uno, Cristina es la mártir de un sistema judicial politizado; en el otro, el rostro más emblemático de la impunidad.

La división se acentúa al observar los datos por franja etaria y simpatía política:

Entre los votantes jóvenes y los identificados con el kirchnerismo, la sentencia es vista como una injusticia. En cambio, entre los adultos mayores y los opositores, como «la confirmación de que la corrupción existió y debe ser sancionada».

Esta polarización no solo refleja una opinión sobre un fallo judicial: es el síntoma de un sistema democrático en tensión, donde el Poder Judicial no logra representar una autoridad incuestionable, sino que se transforma en actor político. «Solo el 38% de los encuestados confía plenamente en la independencia del Poder Judicial», advierte la encuesta de Zuban Córdoba.

Una definición que lo resume todo:

El informe publicado destaca que el país está dividido entre quienes ven en la condena un acto de justicia y quienes la consideran un acto de persecución. Es una foto del presente argentino: fragmentado, polarizado, desconfiado.

Y aquí radica el verdadero problema: más allá de los hechos probados o discutibles, más allá de las pruebas o de su ausencia, lo que se ha erosionado es la confianza en la justicia como institución. Cuando casi la mitad del país descree de la legitimidad de un fallo —sea a favor o en contra—, la pregunta no puede seguir siendo solo si Cristina es culpable o inocente, sino cómo se recupera una justicia que sea creíble para todos.

¿Es posible volver a un consenso mínimo sobre la verdad y la ley en una sociedad fracturada? ¿Puede un juicio ser el punto de partida de una reconstrucción institucional en lugar de un nuevo acto de división? La respuesta no está solo en los tribunales. Está en la capacidad de la política, los medios y la ciudadanía de dejar de usar la justicia como arma para volver a pensarla como cimiento.

Fuente: Encuesta nacional Zuban Córdoba, mayo 2025.

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