Entre la calma financiera y la desigualdad profunda. La economía argentina según Longobardi
El periodista analizó el panorama actual del país y advirtió sobre una recuperación dramáticamente desigual. La negativa de MSCI a reclasificar a Argentina como mercado emergente expone un trasfondo estructural que preocupa.
En un nuevo análisis sobre la economía argentina, el periodista Marcelo Longobardi ofreció una mirada crítica y compleja sobre el presente del país. Aunque los indicadores financieros muestran cierta estabilidad, con subas en bonos y acciones y un dólar relativamente controlado, el trasfondo que describe Longobardi dista de ser alentador. Según su lectura, Argentina atraviesa una recuperación económica que califica como “dramáticamente desigual”, con profundas contradicciones entre los datos de consumo y la calidad de vida de la población.
Uno de los puntos más contundentes del análisis fue la decisión del índice MSCI —referencia clave para grandes fondos de inversión globales— de mantener a Argentina como “mercado frontera”. Pese a las expectativas de que el país pudiera avanzar a la categoría de “mercado emergente”, la entidad justificó su negativa en el historial de inestabilidad económica, crisis recurrentes y políticas impredecibles. “Nos siguen viendo como un país de riesgo elevado, y con razón”, remarcó Longobardi, quien señaló que esta calificación limita el ingreso de capitales estratégicos y puede mantenerse, según los analistas, hasta 2026 o más allá.
Lo que más llama la atención, según el periodista, es la coexistencia de esta mala noticia estructural con una aparente calma en los mercados financieros. “Bonos que suben, acciones en alza y dólar quieto. Pero debajo de esa superficie hay datos muy contradictorios”, advirtió. La economía real, sostiene, muestra signos confusos, sectores que crecen, mientras amplias franjas de la población no logran cubrir necesidades básicas.
En ese marco, Longobardi destaca una paradoja inquietante:
Así mientras la mitad de la población no llega a fin de mes, otros sectores registran récords de consumo en el exterior, como la alta presencia de argentinos en la Copa América en Estados Unidos o el aumento en los viajes internacionales. “Es una recuperación que no les llega a todos. Los ritmos son completamente distintos dependiendo de quién seas y dónde vivas”, explicó. A esto se suma un tipo de cambio que, si bien controlado, podría estar favoreciendo ese consumo externo a costa de sectores internos sensibles.
Además, se refirió a la visita de una misión del FMI al país, y a las dudas en torno al cumplimiento de la meta de acumulación de reservas. La lectura generalizada es que el Fondo podría mostrarse flexible para evitar tensiones mayores, una actitud que, lejos de resolver los problemas de fondo, podría profundizar la fragilidad estructural del modelo actual.
“La fachada de estabilidad es frágil”, advierte Longobardi. Y agrega: “La calma financiera no borra las señales de alarma: exclusión, informalidad, pobreza persistente y la imposibilidad del país de generar confianza sostenida en el tiempo”.
La pregunta final que deja planteada es tan incómoda como necesaria: si la recuperación es tan desigual y los problemas estructurales siguen intactos, ¿qué tipo de transformaciones profundas necesita realmente Argentina para salir de este estancamiento crónico?