Franco Colapinto estuvo lejos en el GP de Italia, salió 17º
El Gran Premio de Italia, en el histórico circuito de Monza, fue para Franco Colapinto lo que suele ser una pesadilla para cualquier piloto: una carrera larga, dura y, sobre todo, solitaria. Lejos de la gloria que alguna vez conoció en ese mismo trazado durante su paso por las categorías menores, esta vez el argentino apenas pudo completar la carrera con un Alpine sin alma, víctima de una máquina que no está a la altura de la máxima competencia.
Las palabras del piloto tras la competencia son reveladoras: “Me voy con un poco de bronca, hay que mejorar para la próxima. No pudimos hacer nada, una pena”. No hay vueltas ni excusas. La impotencia fue total.

Un auto que no compite, solo circula
Desde el sábado, Colapinto ya intuía lo que venía: “Algo vamos a inventar para la carrera”, decía esperanzado tras clasificar por delante de su compañero Pierre Gasly. Pero las ilusiones duraron poco. El motor Renault, el más débil de la parrilla, se encargó de hacer evidente una verdad incómoda: Alpine no tiene armas para luchar. La carrera fue lineal, sin incidentes, sin autos de seguridad, sin lluvia que nivele el terreno. Y ahí, en igualdad de condiciones, el A525 demostró su total incapacidad de ser competitivo.
Franco largó 17º con neumáticos medios. Ni bien se apagaron los semáforos, quedó solo. No pudo atacar, no pudo defenderse, ni siquiera pudo acercarse a quienes tenían una estrategia de carrera más conservadora. Mientras tanto, Isack Hadjar, que partió desde boxes con un coche mejor preparado, terminó décimo. Una foto brutal.
El castigo de la inercia
En Alpine no solo falló el coche: falló la visión. Flavio Briatore apostó a no desarrollar el auto de 2025 y centrarse completamente en 2026. Un error de cálculo que el propio italiano reconoce y que, a esta altura de la temporada, ya parece irreversible. En un campeonato donde cada décima cuenta, el equipo de Enstone se resignó demasiado pronto.
Colapinto, por su parte, no cometió errores graves. En un auto que no permite sobresalir, sobrevivió. Sufrió una vibración, un pequeño despiste y problemas de frenos, pero nunca dejó de girar. Cumplió, aunque eso no baste en un deporte tan implacable.

¿El principio del final o una etapa necesaria?
Gasly, con un contrato renovado y una suba salarial significativa, parece asegurado como pilar de Alpine para 2026. El segundo asiento está en juego, y Colapinto figura en la lista. ¿Puede una carrera tan opaca como la de Monza pesar en su contra? Tal vez no. En contextos desastrosos, la sobriedad también vale. Como dijo Briatore, el argentino sigue “en danza”.
Pero si quiere quedarse, deberá convencer no solo con actitud, sino también con resultados. Y para eso necesita algo que hoy no tiene: un auto competitivo.
En conclusión:
Lo de Colapinto en Monza fue una derrota sin culpa. Perdió sin haber luchado. Fue víctima de un proyecto mal planeado, de una escudería que decidió mirar hacia adelante olvidando el presente. Sin ritmo, sin armas, sin posibilidades. En un circuito que premia la valentía y la potencia, a Franco solo le quedó resistir. Y a veces, resistir también es un acto de profesionalismo. Pero en la Fórmula 1, resistir no alcanza.