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Fuerte interna. Villarruel expone quiebre oficialista y desafía a Milei

La tensión en la cúpula del gobierno argentino escaló drásticamente este fin de semana, revelando una profunda grieta entre la vicepresidenta Victoria Villarruel y el presidente Javier Milei, junto a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

La confrontación se desató luego de que Villarruel habilitara en el Senado el tratamiento y aprobación de leyes impulsadas por la oposición, incluyendo un nuevo esquema de movilidad jubilatoria y beneficios para personas con discapacidad.

La reacción desde Casa Rosada fue inmediata, con Milei tildándola de «traidora» y Bullrich acusándola de operar con el kirchnerismo, a lo que la vicepresidenta no dudó en responder públicamente.

Victoria Villarruel no se guardó nada en sus respuestas:

La vicepresidenta apuntó directamente al presidente, señalando: «Cuando el presidente decida hablar y comportarse adultamente, podré saber cuáles son sus políticas, dado que no habla». Además, lanzó una dura réplica a Bullrich, recordándole que «la democracia fue denigrada cuando personas que integraron organizaciones terroristas, como en su caso, manejaron durante décadas el destino del país». Estas declaraciones, lejos de ser improvisadas, construyen una narrativa donde Villarruel se posiciona como una garante institucional, crítica del rumbo más extremo del oficialismo y defensora de los sectores vulnerables, afirmando que «un jubilado no puede esperar, y una persona con discapacidad menos».

Este enfrentamiento no es un incidente aislado:

El hecho es realmente una la cristalización de lo que hasta hace poco parecía un equilibrio de poder y hoy se manifiesta como una ruptura inminente. Las señales son claras: una notoria falta de diálogo, declaraciones cruzadas y una creciente tensión por el manejo del Congreso, donde la vicepresidenta ejerce un rol determinante. Lo que está en juego es el control legislativo en un Senado donde el oficialismo carece de mayoría, la imagen de unidad del gobierno y el propio rumbo político del «mileísmo».

Mientras el presidente avanza con ajustes y recortes, Villarruel busca establecer límites sociales y éticos a ese modelo, haciendo evidente que la situación es «insostenible» y la fractura oficialista es una realidad que impactará en la gobernabilidad

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