Jeff Bezos y la boda descomunal que exhibe la desigualdad planetaria
Del 26 al 28 de junio de 2025, Jeff Bezos y Lauren Sánchez protagonizaron una boda en Venecia catalogada por algunos como “la boda del siglo”.
La boda tuvo un despliegue con un costo estimado entre 46 a 56 millones de USD, la llegada de entre 200 y 250 invitados, y más de 90 jets privados aterrizando en el aeropuerto Marco Polo de Venecia, a lo que se suman decenas de yates, incluido el megayate de Bezos, el Koru de 127 mts. La novia lució 27 vestidos, y los regalos transformados en donaciones simbólicas llegaron a un monto cercano a los 3 millones de euros para organizaciones venecianas. Pero las protestas, hicieron el contrapeso, revelando un malestar profundo frente auna ostentación que choca con la realidad local y global.
El evento estuvo marcado por celebraciones casi surrealistas:
Fiestas en la iglesia medieval Madonna dell’Orto, encuentros en la isla de San Giorgio Maggiore y finalmente una gala en el Arsenale, que se cambió por seguridad y por el aluvión de activismo local, en una ciudad tan vulnerable como Venecia, cuyo centro histórico ha perdido la mitad de su población en 50 años, y que vio sus tranquilas góndolas interrumpidas por carpas, escoltas y una ocupación de hoteles que excluyó huéspedes comunes.
El contraste entre lo vivido por los residentes, trabajadores, estudiantes, y familias que huyen por el encarecimiento:
Producido por el turismo, y la imagen de la “Venecia de los millonarios” exhibió una herida abierta, como en varias ciudades europeas cuya situación turística enfrenta a sus habitantes a un gran problema habitacional y de costos exorbitantes para personas que no viven de vacaciones.

La protesta social, una bandera de alarma:
Bajo el lema «No Space for Bezos», activistas, estudiantes y organizaciones como Greenpeace se manifestaron en rechazo con pancartas, maniquíes arrojados al Gran Canal, bloqueos simbólicos y amenazas de obstruir canales con cocodrilos inflables.

Unos 1.000 manifestantes marcharon al compás del lema “Kisses yes, Bezos no”, mientras colgaban carteles en lugares emblemáticos como el Rialto y la Plaza de San Marcos. El resultado no fue menor: la boda se reubicó en un área menos visible, y por un momento, la sociedad civil se impuso a la lógica de la élite.
Ostentación, hipocresía filantrópica y sostenibilidad fingida:
El costo ambiental es evidente: al menos 90 jets privados, megayates, escoltas marítimos, armado de infraestructura de lujo y desplazamiento de aguas delicadas en una ciudad que ya había sufrido graves inundaciones en 2019 . Frente a esto, los 3 millones de euros donados (un millón a CORILA, otro a UNESCO y otro a la Venice University) parecen más un gesto mitigador que una verdadera solución .
El argumento del gobernador Luca Zaia o del alcalde Luigi Brugnaro, quienes estiman un impacto mediático de casi 1 000 millones de euros y una “bendición económica” comparable al G7, no hace más que tensionar la imagen de una ciudad que sufre la pérdida de identidad y ve cómo su vida cotidiana desaparece bajo precios inflados .
¿Filantropía o lavado de cara?
Bezos ha destinado 10 000 millones de USD a su Bezos Earth Fund, oficialmente para combatir la crisis climática. Sin embargo, el contraste de su modelo de negocio (emisiones de Amazon rondando 44,5 millones de toneladas de CO₂ en 2018, alianzas con Exxon o BP y prácticas fiscales que lo han llevado a pagar apenas el 1,2% de impuestos en EE. UU.) pone en tela de juicio el verdadero alcance de su compromiso ambiental. La boda de Venecia se convierte así en un ícono de la dualidad moderna: filantropía de alto nivel versus huella insostenible; generosidad mediática frente a decisiones corporativas opacas.

Un espejo incómodo para las élites:
Más allá de los trajes de alta costura, los jets privados y las donaciones generosas, lo que esta boda deja al descubierto es una pregunta ineludible: ¿a qué clase de mundo aspiramos?. Venecia no es un escenario sobre el cual se proyecta el lujo sin filtro: es una comunidad frágil, golpeada por el turismo masivo, la gentrificación y el cambio climático. El activismo pacífico (los maniquíes encadenados, los grandes carteles, el cambio forzoso de lugar) demostró que incluso el capital más concentrado puede ser cuestionado.
Quizá, si Bezos realmente quisiera honrar a Venecia, habría pagado su parte justa de impuestos, reducido su huella ambiental y priorizado soluciones reales para sus residentes. La boda fue espectacular, pero el verdadero show fue la resistencia ciudadana: una lección global en momentos donde el poder económico parece inalcanzable.