Los bronces de Benín reavivan el debate sobre el expolio colonial
Reclamos históricos, tensiones legales y desafíos éticos en torno a uno de los patrimonios más saqueados de África Occidental. Una inscripción oculta en una pieza repatriada ayudó a rastrear su procedencia exacta.
En medio de un proceso global de revisión del legado colonial, los Bronces de Benín —más de un millar de esculturas, relieves y objetos rituales saqueados en 1897 por el Imperio Británico— volvieron a ocupar el centro del escenario. Las exigencias de repatriación formuladas por Nigeria desde 1960, cuando obtuvo su independencia, han cobrado nueva fuerza a partir de 2021, con la devolución de piezas por parte de Alemania y Francia, y la creciente presión sobre instituciones como el Museo Británico.
El conjunto artístico, creado entre los siglos XVI y XVIII por los pueblos edo en la región del antiguo Reino de Benín (actual sur de Nigeria), incluye objetos fundidos en bronce, latón, marfil y madera que retratan ceremonias reales, genealogías, enfrentamientos militares y prácticas religiosas. Las piezas eran realizadas por gremios de artesanos cortesanos para conservar la historia y legitimar el poder del obá, el soberano de Benín. Actualmente, el Museo Británico posee más de 900 piezas en su colección, de las cuales una parte fue adquirida en subastas tras el saqueo, mientras otras fueron donadas o vendidas por militares británicos.
¿Cuándo sucedió?
El expolio tuvo lugar durante una expedición militar del Imperio Británico tras el asesinato de diplomáticos ingleses. En respuesta, una fuerza armada invadió Benín, destruyó su palacio y se llevó una cantidad significativa de su patrimonio cultural. Las piezas fueron luego distribuidas entre museos de Europa y América del Norte. Desde entonces, Nigeria ha reclamado su devolución argumentando que su extracción fue ilegítima y que forman parte de una memoria cultural fundamental para el pueblo edo.
La restitución de estas obras plantea múltiples desafíos. Por un lado, el British Museum Act de 1963 prohíbe la transferencia permanente de bienes públicos, lo que bloquea devoluciones legales por parte del Reino Unido. Por otro, países como Alemania han optado por acuerdos bilaterales con Nigeria, como ocurrió en 2022 cuando transfirieron la propiedad de más de 1100 piezas saqueadas. Francia también devolvió, mediante ley parlamentaria, 26 obras. Estos gestos simbólicos marcan un cambio en la relación entre los museos occidentales y las antiguas colonias, aunque no eliminan todas las tensiones.
Según datos recopilados por el Benin Dialogue Group, cerca de 5000 piezas de Benín se encuentran dispersas en instituciones de al menos 20 países. En este contexto, Nigeria avanza con la construcción del EMOWAA (Museo de Arte de África Occidental Moderna) en Benín City, que busca convertirse en un centro para conservar y exponer tanto las obras devueltas como nuevas expresiones artísticas locales.
Además del reclamo legal, la disputa tiene un componente simbólico y educativo:
Numerosos líderes comunitarios y expertos culturales han destacado que los bronces no son solo objetos decorativos, sino testimonios de la historia, la espiritualidad y la organización social de una civilización interrumpida por la violencia colonial. La historiadora francesa Bénédicte Savoy y el economista senegalés Felwine Sarr, autores de un informe clave sobre restituciones encargado por el gobierno francés, señalaron que “la devolución no implica una pérdida para Europa, sino una reparación para África”.
A medida que crece la presión internacional, la pregunta deja de ser si deben devolverse, y pasa a ser cuándo y cómo. Las estrategias varían: préstamos rotativos, propiedad compartida, exhibiciones itinerantes o repatriación total. Pero todas remiten al mismo principio: quién tiene derecho a custodiar y narrar la historia de un pueblo.
En un mundo donde el patrimonio cultural ya no se concibe como botín ni como propiedad absoluta, sino como puente entre memorias, la historia de los Bronces de Benín invita a repensar el rol de los museos, la vigencia de las leyes coloniales y el valor simbólico de restituir aquello que fue arrebatado por la fuerza.
Mientras algunas instituciones avanzan en acuerdos concretos, otras mantienen posturas inamovibles. Lo cierto es que los bronces ya no son solo arte africano: son hoy uno de los mayores símbolos globales del reclamo por una historia más justa.