Madera argentina. Expertos urgen cambiar rumbo forestal
Un consultor foresto-industrial advierte que décadas de políticas erradas han impedido a Argentina transformar su vasto potencial forestal en desarrollo y empleo, proponiendo un giro estratégico hacia la industria del aserrado para agregar valor y generar trabajo.
A pesar de contar con un enorme potencial forestal y sitios altamente eficientes para su producción, especialmente en el Litoral argentino, el país no ha logrado consolidar una industria maderera robusta. El consultor foresto-industrial Daniel Maradei ha sido tajante al afirmar que, en las últimas décadas, la política forestal del país ha sido «todo mal», frenando inversiones y un desarrollo que sí prosperó en naciones vecinas como Brasil, Chile o Uruguay.
Para revertir esta situación y posicionar la madera argentina en el mundo, Maradei propone un cambio de enfoque urgente: priorizar y modernizar la industria del aserrado, clave para agregar valor a la materia prima y generar empleos dignos en el interior del país.
Entre los errores señalados, se destaca una política estatal:
Políticas estatales protegieron a la industria celulósica-papelera, pero no impulsaron su modernización ni escala competitiva. Además, se promovieron plantaciones enfocadas exclusivamente en biomasa para trituración, como los pinos en Misiones, lo que generó sobreproducción sin un destino comercial claro y raleos a pérdida para los productores. El mismo consultor recuerda cómo, en el pasado, se promovieron plantaciones para celulosa, solo para luego «alejar a los inversores extranjeros». Más tarde, tras corregir manejos silvícolas para obtener madera de calidad para aserrío, se volvió a intentar atraer inversiones celulósicas, evidenciando una falta de coherencia y un rumbo desequilibrado.
La visión de Maradei sugiere que, al tener madera de calidad resultante de un manejo silvicultural adecuado, lo lógico sería potenciar la industria del aserrado y toda su cadena posterior para el agregado de valor. Este enfoque no solo permitiría el aprovechamiento de subproductos como chips, aserrín y virutas, sino que, por su alta demanda de mano de obra, sería un «paliativo al alto índice de desocupación».
El ejemplo de Misiones, donde el desarrollo forestal y el valor agregado transformaron la matriz económica provincial, demuestra que un modelo sostenible es posible. Con la existencia de un vasto potencial forestal y un interés inversor presente, solo resta que las políticas públicas derriben barreras y orienten el apoyo estatal hacia un sector con verdadero poder transformador, capaz de combatir la pobreza.
