Pistacho. El «Oro verde» que dispara precios en Argentina
El pistacho, un pequeño fruto seco que ha cobrado un protagonismo inesperado, se ha transformado en un símbolo de lujo gastronómico en Argentina, con precios que superan los $100.000 por kilo en su versión premium.
Este fenómeno, impulsado por el furor global y la viralización de productos de pastelería que lo incluyen, ha llevado a que confiterías y heladerías locales repliquen recetas con esta codiciada «pasta verde». Su cotización lo posiciona como uno de los frutos secos más caros del mercado argentino, muy por encima de las nueces o almendras que rondan entre $25.000 y $30.000 por kilo.
Escasez y dependencia disparan los costos:
Detrás de esta escalada de precios, el pistacho se ha convertido en un bien escaso en el mercado local. Argentina produce solo una pequeña fracción de lo que consume, y gran parte de su cosecha se destina a mercados internacionales de alto poder adquisitivo como Europa y Medio Oriente. Esta dinámica ha generado una creciente dependencia de las importaciones, que se han disparado; solo en lo que va de 2025, el país ya compró más de 80 toneladas de pistacho sin cáscara, casi el doble que en todo 2024. Esta demanda insaciable frente a una oferta limitada presiona al alza los precios, llegando el pistacho con cáscara a superar los $50.000 y el pelado a alcanzar los $120.000 el kilo, según el formato y el punto de venta.
Apuesta Argentina: ¿Hacia la soberanía del pistacho?:
Frente a esta coyuntura, crecen las iniciativas para fortalecer la producción nacional y reducir la marcada dependencia de las importaciones. En Casa de Piedra, Norpatagonia, la empresa Pampapist SRL lidera un ambicioso proyecto que busca convertir la región en un polo de cultivo de pistachos. Con una inversión significativa, ya se han plantado 200 hectáreas y se proyecta alcanzar las 800 en los próximos dos años. Las condiciones climáticas favorables, la disponibilidad hídrica y la expansión del sistema de riego con fondos públicos y privados, hacen de esta zona un terreno ideal para este cultivo.
El objetivo es claro: no solo reducir las importaciones, sino también generar exportaciones de alto valor y capitalizar la creciente demanda global por este apreciado fruto, buscando equilibrar el consumo interno con una producción a la altura del desafío.
