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Respiro en la Guerra Comercial. Argentina tendrá un 10% de aranceles según Trump

La reciente ofensiva arancelaria lanzada por Donald Trump ha sacudido los mercados globales, provocando caídas en las bolsas y generando incertidumbre económica.

Esta política comercial que se establece y que impone gravámenes de hasta el 41% a diversas importaciones a nivel mundial, busca responder a lo que la Casa Blanca describe como una «amenaza extraordinaria» derivada de déficits comerciales persistentes y la falta de reciprocidad.

Sin embargo, en un giro notable, Argentina ha sido beneficiada en esta reconfiguración del comercio global, logrando una tasa adicional del 10%, significativamente inferior a la que enfrentan potencias como Europa, India o China, que ven aumentos que parten del 15% y llegan hasta el 40%. Este logro llega en un momento delicado para la economía argentina y es percibido por el gobierno de Javier Milei como una buena noticia, fruto de negociaciones que se venían gestando y de un vínculo cercano anticipado por el propio presidente.

El costo de la reciprocidad y sus desafíos

La imposición de estos aranceles no solo redefine las relaciones comerciales, sino que también introduce nuevas reglas para evitar la evasión, con un arancel extra del 40% para productos transbordados desde terceros países. Mientras naciones aliadas estratégicas como Reino Unido y Japón también fueron incluidas, aunque con tasas moderadas, la justificación de Trump es clara: «el comercio justo significa aranceles justos». A pesar del aparente beneficio para Argentina, los economistas advierten sobre las potenciales repercusiones globales de estas medidas. La tensión en la economía estadounidense, con la inflación subyacente acelerándose, podría trasladar presiones a los precios internos y complicar las cadenas de suministro a nivel mundial, impactando tanto a fabricantes en EE.UU. como a empresas de todo el planeta.

¿Oportunidad o riesgo indirecto para Argentina?

Aunque Argentina no figura directamente entre los países más castigados, el giro proteccionista de Estados Unidos no está exento de complejidades para la nación sudamericana. Si bien las restricciones a competidores asiáticos podrían abrir oportunidades para exportadores locales en sectores como alimentos o minerales, existe la preocupación de que estas políticas también encarezcan insumos industriales o reduzcan la liquidez global.

Este escenario presenta un desafío particular

Para un gobierno que busca desesperadamente recuperar las exportaciones y el acceso al crédito externo, es un gran desafío. El endurecimiento comercial actual evoca el primer mandato de Trump, pero ahora, con un control partidario más fuerte, el presidente cuenta con un margen político aún mayor para avanzar con estas medidas unilaterales, lo que sugiere una era de mayor incertidumbre para el comercio internacional.

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