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Un acueducto romano desafía ideas sobre ingeniería antigua

Un hallazgo en Arlés, Francia permitió reconstruir 400 años de mantenimiento continuo en un acueducto romano, gracias al análisis de carbonato. La obra demuestra prácticas sostenidas de gestión del agua que anticipan conceptos modernos de infraestructura.

Un hallazgo arqueológico que reconstruye siglos de gestión hídrica:

Un equipo internacional de científicos descubrió en Arlés, al sur de Francia, un acueducto romano de más de 2.000 años cuya estructura conserva capas acumuladas de carbonato que permiten reconstruir, por primera vez, cuatro siglos de funcionamiento continuo. El hallazgo, publicado en medios académicos y replicado por portales como Muy Interesante y Phys.org, arroja nueva luz sobre la ingeniería hídrica del Imperio romano y la capacidad de planificación a largo plazo en el manejo de los recursos.

El estudio se centró en los depósitos de carbonato que se acumularon dentro del canal, los cuales funcionaron como una especie de registro geológico. Mediante su análisis, los investigadores pudieron determinar la periodicidad con la que se realizaban tareas de limpieza y mantenimiento. Las evidencias señalan limpiezas regulares, con una media de cada 2,8 años, programadas estratégicamente en invierno o primavera, posiblemente para evitar el impacto sobre el suministro durante el verano.

Textos antiguos y hallazgos científicos:

Este comportamiento coincide con las recomendaciones escritas por Sexto Julio Frontino, supervisor de las aguas de Roma durante el siglo I, quien ya había descrito protocolos similares en su obra De aquaeductu urbis Romae. De esta forma, el hallazgo arqueológico no solo verifica fuentes escritas, sino que también permite reconstruir una cronología precisa del uso sostenido de esta infraestructura.

El caso de Arlés no es aislado. Investigaciones similares en Dorchester (Reino Unido) y Cahors (Francia) revelan estructuras más extensas y complejas de lo que se suponía. Según National Geographic, la red de acueductos de Roma alcanzaba más de 500 kilómetros, aunque solo una fracción era visible en superficie. También Live Science analizó el impacto del travertino —formación calcárea— en la disminución del flujo en el acueducto Anio Novus, señalando una pérdida del 25 % de capacidad.

Un modelo técnico de infraestructura con visión sostenible:

Lo destacable del estudio en Arlés es que demuestra que los romanos no solo construían grandes obras, sino que también desarrollaban prácticas de gestión del recurso hídrico comparables a las actuales. La infraestructura no era concebida como algo estático, sino como un sistema dinámico que requería supervisión, limpieza y ajustes constantes.

En un contexto contemporáneo marcado por desafíos ambientales y crisis hídricas globales, el hallazgo invita a repensar los modelos de gestión del agua. Lejos de ser una civilización detenida en el tiempo, el Imperio romano ofrece pistas sobre sostenibilidad, mantenimiento planificado y visión de largo plazo. No se trata de idealizar el pasado, sino de comprender cómo prácticas técnicas del mundo antiguo pueden enriquecer el presente.

La historia del acueducto de Arlés no es solo una anécdota arqueológica. Es una evidencia concreta de cómo el conocimiento técnico, cuando se acompaña de planificación y continuidad, puede sostener sociedades complejas por siglos. En un mundo que enfrenta una creciente demanda de agua y desgaste de infraestructuras, volver la mirada hacia el pasado podría ser una forma de anticipar el futuro.

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