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Urnas milenarias en el Amazonas reescriben la historia indígena

La caída de un árbol en Brasil reveló siete urnas funerarias precolombinas con restos humanos y animales. La más grande supera los 300 kilos y evidencia prácticas rituales complejas en sociedades amazónicas antes consideradas dispersas. Un análisis preliminar sugiere que fueron enterradas hace siglos en una isla artificial construida por ingeniería indígena.

Descubrimiento arqueológico en el Amazonas brasileño

Un hallazgo arqueológico sin precedentes en la Amazonía brasileña está replanteando lo que se sabe sobre las civilizaciones precolombinas que habitaron el corazón de Sudamérica. En Lago do Cochila, estado de Amazonas, la caída de un árbol dejó al descubierto siete urnas funerarias de gran tamaño, cuidadosamente dispuestas en una elevación artificial cercana a un curso de agua. El hallazgo, reportado por un pescador local, fue intervenido por arqueólogos del Instituto Mamirauá y ha captado la atención internacional por la singularidad de las piezas y su contenido.

Las urnas —fabricadas con una arcilla verdosa no común en la región y reforzadas con materiales orgánicos como ceniza vegetal y cauxi (una espuma flotante de río)— contienen restos humanos junto con huesos de peces, tortugas y anfibios. La mayor de ellas alcanza los 90 centímetros de diámetro y pesa más de 340 kilogramos. Las piezas no presentan tapas cerámicas, lo que sugiere un sellado con elementos biodegradables hoy desaparecidos.

Rituales complejos y ocupación planificada del territorio

Según los investigadores, el patrón funerario detectado indica una secuencia ritualizada compleja: exposición del cuerpo al medio natural (probablemente acuático), posible selección o cremación parcial de los huesos, y posterior entierro en urnas. Esta evidencia desafía la idea aún dominante de que la selva amazónica fue un territorio escasamente habitado, sin organización social ni planificación urbana.

La zona donde se realizó el descubrimiento forma parte de un sistema de várzeas, planicies estacionales sujetas a inundaciones. Allí, las comunidades indígenas desarrollaron una sofisticada ingeniería del paisaje, elevando plataformas artificiales para resistir la crecida de los ríos. Las urnas estaban enterradas a escasos 40 centímetros de profundidad sobre una de estas estructuras, lo que indica una ocupación planificada y de largo plazo.

Una tradición cerámica desconocida en el corazón del Amazonas

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil confirmó que el hallazgo no se corresponde con la Tradición Policroma Amazónica, una de las corrientes cerámicas mejor estudiadas de la región. Esto abre la posibilidad de que se trate de una tradición cultural poco documentada o completamente desconocida, cuyos vínculos étnicos e históricos aún deben determinarse. Por el momento, la datación exacta mediante carbono-14 no se ha realizado por falta de recursos financieros, aunque se estima una antigüedad de entre 200 y 3.000 años.

Participación comunitaria en el rescate del patrimonio cultural

El hallazgo fue posible gracias a la participación directa de la comunidad local, que colaboró en el rescate de las urnas y ayudó a construir una estructura con lianas y madera para removerlas sin daño. Esta articulación entre saberes tradicionales y conocimiento científico marca un nuevo modelo de gestión del patrimonio en contextos de difícil acceso.

Aunque aún quedan numerosos análisis por realizar, la evidencia apunta hacia una reinterpretación del poblamiento amazónico, en línea con otros descubrimientos recientes que revelan sistemas de caminos, aldeas fortificadas, y campos agrícolas precolombinos. Estos datos muestran que la selva fue, en muchos sectores, un paisaje culturalmente modificado, lejos de ser un vacío ecológico o una frontera sin historia.

El descubrimiento plantea una doble urgencia: ampliar el financiamiento para continuar la investigación con herramientas avanzadas y promover políticas de conservación frente a amenazas como la deforestación, la minería ilegal y el cambio climático. Al mismo tiempo, interroga las narrativas históricas heredadas que, durante siglos, minimizaron el rol de las sociedades amazónicas en la construcción del pasado americano.

En una región donde la selva ha sido vista como barrera, estas urnas emergen como testimonio de continuidad cultural, ingeniería ambiental y memoria ancestral. El Amazonas no solo guarda biodiversidad. También resguarda civilizaciones aún por comprender.

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